José de Cadalso, Las Cartas marruecas
Al modo de las Lettres
persanes de Montesquieu, que debieron facilitarse la idea, Cadalso escribió
sus Cartas cruzadas entre tres personajes, dos marroquíes Gazel y Ben-Beley y
un español, Nuño. Gazel, ingenuo joven e inquieto, transmite sus impresiones al
venerable anciano y maestro suyo Ben-Beley; por otro lado la visión de Nuño,
imparcial, escéptico y pesimista, capitán de infantería retirado del mundo y
encarcelado dentro de sí mismo. Cadalso
obtiene así una técnica de perspectivismo y contraste adecuados a su
pensamiento, con tres juicios complementarios no contrapuestos.
Cervantes está presente de
forma constante: el recurso del manuscrito fingido, personajes cervantinos, las
alabanzas a la lengua cervantina y a su personaje don Quijote, y sobre todo el
homenaje constante al escritor que, como metáfora del carácter español, fue
despreciado y no se supo valorar su aportación universal a las letras. Este
tipo de cartas fingidas fue un recurso utilizado por otros autores que permitía
al autor una forma de distanciamiento y posible objetividad o libertad en la
exposición que hubieran sido menores con el estilo directo.
El autor intentó
publicarlas en 1774, pero los trámites farragosos de la licencia sufrieron varias
interrupciones, lo que debió cansar a Cadalso. Aunque circularon manuscritas,
su edición fue póstuma, apareciendo por entregas en el Correo de Madrid
en 1789. Hasta 1793 no aparecieron en formato libro, con dos impresiones ese
año.
Según Dupuis y Glendinning,
las Cartas proponen el examen crítico de España, tratando de adoptar una
vía media entre la ciega admiración por lo extranjero, el desprecio por lo
español y la veneración cerrada por lo nacional. Recogen la problemática de
moda en el momento: la despoblación de España, la enseñanza universitaria, la
filosofía escolástica y la renovación de la cultura, las modas exóticas, las
corridas de toros, el abuso ridículo de los galicismos, las ventajas e
inconvenientes del lujo, los métodos de escribir la historia con una
reivindicación general de los conquistadores españoles en América y protestando
contra la crueldad humana.
El autor pretende realizar
un análisis metódico de las causas de la decadencia y atraso de España. Su
crítica no se dirige contra aspectos de gobierno que hubieran podido acarrearla
problemas, aunque sí contra formas exteriores de religión. Entre otros
problemas señala la mala educación de la juventud, la relajación de costumbres,
los prejuicios culturales y el deterioro de los valores de la nobleza.
Las Cartas tienden a
un estilo sentencioso y lacónico, con abundantes formulaciones paralelísticas y
cláusulas antitéticas y rítmicas. Los críticos distinguen cartas de tema o
actitud positivos (disquisiciones y anécdotas) y cartas negativas, aquellas que
lamentan una situación sin dar a entender que pueda ser corregida o el
intercambio de ideas no llega a una conclusión.
El trasfondo último de las Cartas
es una mezcla de crítica moral y observación de costumbres. Cadalso busca la
formulación de una gran ética social que sea útil al hombre del siglo XVIII,
ese “cierto animalito sumamente pequeño, flaco, despreciable y cuitado: a
saber, el hombre”.
José de Cadalso se presenta
como un adelantado del costumbrismo de Larra y como un precursor de la
preocupación por España que posteriormente defenderán los autores de la
generación del 98.
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